En este post quiero hablarte de los albergues más curiosos del Camino de Santiago. Aquellos tres que más me llamaron la atención durante mi travesía desde Roncesvalles hasta la propia ciudad de Santiago de Compostela.
No voy a comentar los mejores hospedajes del Camino, porque hay algunos hostales privados realmente buenos. Sino más bien quiero hablarte de aquellos que por su particularidad, por el ambiente que se respira o por lo que allí ocurre, son la mar de recomendables si te decides a aventurarte en este largo recorrido. Aquellos de los que me gusta decir que son la verdadera esencia del camino.
Durante mis 31 días de caminata, pasé la noche en 31 albergues. Unos mejores que otros, más limpios, mejor ubicados… pero en este post quiero destacar los 3 que a mí más me llamaron la atención.
Características comunes a estos 3 albergues:
- Se encuentran ubicados a lo largo del Camino Francés, que es el que yo realicé.
- Es necesaria la credencial de Peregrino para pasar la noche.
- Son parroquiales – No todos los parroquiales son los más originales, pero ha dado la casualidad.
- En ninguno de los tres hay un precio establecido por pasar allí la noche. Se paga la voluntad, lo que uno buenamente pueda.
- Incluyen cena (acompañada de vino y pan). Y se puede repetir en la cena, pues siempre suele sobrar comida.
- También los tres incluyen desayuno.
- Tanto la cena como el desayuno son comunitarios – todos los peregrinos del albergue cenan y desayunan juntos.
Y ahora sin más dilación paso a comentar los tres albergues que me resultaron más interesantes:
Albergue parroquial de Tosantos
Situado en la más que pequeña localidad de Tosantos, en Burgos. Este pueblecito es atravesado por la carretera N-120 y consta únicamente de 2 o 3 calles. Una de ellas es la calle Sta. Marina, donde se encuentra el albergue.
Las puertas se abren a eso de la 13:00. Una vez dentro te mostrarán las instalaciones, que son muy básicas pero suficientes. En la planta baja se encuentra el salón donde se cena y desayuna, y junto a este la cocina. En la planta de arriba están los baños (muy sencillitos) y la zona donde dejar las botas, y ya en la azotea están las habitaciones y una pequeña capilla, ya que es un albergue parroquial.
Las camas no son lo mejor de este alojamiento ya que eran colchonetas en el suelo. Pero dormir en la azotea todos juntos, en colchonetas en el suelo, bajo un techado de vigas de madera, me daba una sensación que me agradaba, no sé, como si me sintiese peregrino de verdad dejando a un lado todo tipo de lujos.
A las 18:00 de la tarde puedes bajar a la cocina y ayudar a los hospitaleros a preparar la cena que en nuestro caso consistió en una sopa de ajo y ensalada, acompañado de platos con fuet repartidos por la mesa. Una mesa enorme que ocupaba todo el comedor y donde nos sentamos todos los peregrinos que estábamos alojados en el albergue.

Tras la cena hay una especie de misa voluntaria donde se recitan pasajes en diversos idiomas y donde se leen escritos de otros peregrinos que han pasado por allí anteriormente y que han querido plasmar en una escrito el por qué de este Camino y el verdadero sentido por el que lo llevan a cabo. Cada persona allí presente lee la nota de un peregrino de días anteriores (nota que está en tu mismo idioma claro está).
Tras esta lectura un hospitalero nos contó por qué el camino de Santiago viene indicado con flechas amarillas, un dato curiosos que no todo el mundo conoce.
El porqué de las flechas amarillas:
Elías Valiña era un cura de O Cebreiro, aunque nació en Sarria, que quiso dar a conocer de nuevo el Camino de Santiago ya que por los años 70 – 80 había caído casi en el olvido.
Una de las cosas que hizo para promocionar el Camino fue mejorar las indicaciones y para ello se encargó de señalizar la ruta con las famosas flechas amarillas, pero… ¿por qué amarillas? Se pueden contar muchas leyendas interesantes o hablar del significado del color amarillo pero la realidad es bien sencilla. Elías Valiña pidió a unos obreros de la carretera si le podían prestar pintura, y la pintura de las obras suele ser de color amarillo, por lo que las flechas se pintaron con este llamativo color. Así de simple y eficaz.
Otra curiosidad es que por aquella época la banda terrorista ETA estaba muy presente y Elías Valiña al ser preguntado por la guardia civil que qué estaba haciendo respondió: “Estoy preparando una invasión”, refiriéndose a la llegada masiva de peregrinos. Pero esta no fue una respuesta muy bien interpretada por la guardia civil, así que lo apresaron. Poco después al saber la verdad lo dejaron en libertad.
Se puede visitar la tumba de Elías en la Iglesia de O Cebreiro, en Galicia, el primer pueblo con el que te encuentras al llegar a Galicia haciendo el camino.
Albergue parroquial de Bercianos
El pueblo se llama Bercianos del Real Camino y se encuentra en la provincia de León. El verdadero nombre del albergue es «Albergue Parroquial Casa Rectoral» y se sitúa en la calle Santa Rita 11.
Las camas eran literas y los baños estaban bastante bien. Además el albergue cuenta con un patio donde tomar el sol y secar la ropa, siempre y cuando haga buen día, lógicamente. En la anterior imagen se ve el patio a la izquierda del edificio.
Lo curioso de este albergue es que una vez presenté mi credencial, vi un cartelito en la mesa que ponía que tras la cena comunitaria había una gran fiesta. Ya más o menos sabía de qué iba, pues compañeros peregrinos que estuvieron allí otros años me lo habían contado, pero esa fiesta había que vivirla.
El caso es que antes de empezar a cenar, cuando ya estábamos todos sentados en las mesas, se presentaron los hospitaleros. Eran dos hermanos entrados en años y que se hacían llamar Zipi y Zape. Además ese día había algún que otro hospitalero más, invitado.
Antes de cenar, cantaron «el rap de la Bendición», ahí ya veías que la noche no iba a ser como las anteriores.
Sacaron para cenar paella. Y no quiero entrar en el eterno debate de qué se considera paella y qué no, pero era un arroz que me sentó de lujo porque estaba muerto de hambre.
Pero fue una vez terminado el arroz cuando empezó la fiesta. Primero nos repartieron un folio a cada uno con una canción que versaba sobre la vida del peregrino, que cantamos todos a coro con el ritmo de La Bamba. Ver para creer.

Luego Zipi y Zape con el resto de hospitaleros nos comentaron que a continuación íbamos a ir saliendo por países a cantar lo que quisiésemos, aunque lo más recomendable es que fuese algo típico de nuestro país. Primero empezaron cantando ellos, ahora no recuerdo su canción. Luego uno de los hermanos, tomó una cámara de video, se subió a un banco y empezó a grabar a todos los grupos que iban saliendo.
Si hay varios de tu mismo país, como me ocurrió a mí que éramos varios españoles, pasas más desapercibido; pero como seas el único, sales tú sólo a darlo todo. Y créeme cuando te digo que Zipi y Zape no aceptan un no por respuesta. Te van a insistir hasta que salgas.
Cantó gente de muchísimos países: Méjico, Argentina, Italia, Sudáfrica, Japón, Corea del Sur, Alemania, Francia, Finlandia, Rumanía, Italia… y España, por supuesto. Además había un francés con una guitarra que se sabía muchísimas sintonías y acompañaba musicalmente las canciones de varios países.
El mejicano, cantó «Cielito Lindo», el rumano «Imagine», la estadounidense cantó «Take me home, country roads» y nosotros los españoles «La Macarena» y «Asturias patria querida», ahí es nada.

En fin, fue una noche la mar de amena y divertida. Y por supuesto este hostal tenía que entrar en mi lista de los albergues más curiosos del camino de Santiago.
Albergue de San Nicolás
Se encuentra en la provincia de Burgos pero a 5 minutos de la de Palencia. Cerca del albergue hay un puente llamado «Puente Fitero» que cruza el río Pisuerga, y justo cruzando al otro lado del puente llegas a Palencia.
El albergue no se encuentra en ningún pueblo, sino en pleno camino y las localidades más cercanas son «Itero de la Vega» o «Itero del Castillo», a unos 15 minutos andando. Por lo tanto si llegas antes de la hora de comer, tendrás que desplazarte a uno de estos pueblos para picar algo, y ya aviso que no hay muchos sitios donde comer en esos pueblos.
El albergue de San Nicolás es una pequeña ermita, situada en el camino (si haces el camino francés pasarás frente a ella) donde todos los hospitaleros son italianos, así que allí se habla únicamente ese idioma y la mayoría de peregrinos que fueron el día que yo me alojé, eran de ese país.
La principal curiosidad de este albergue es que no tiene luz eléctrica. ¿Y qué tiene eso de bueno? os preguntaréis. Pues que se cena y se desayuna de manera comunitaria en una larga mesa iluminada únicamente con la luz de las velas. Eso le daba un ambiente único y especial.
Pero antes de empezar a cenar, nos sentamos todos en una parte de la ermita y el hospitalero, uno por uno, nos fue lavando un pie como se hacía antiguamente en el Camino. No os creáis que frota hasta dejarlo reluciente, es simplemente algo simbólico, el hecho de verter agua sobre un pie y secarlo apretando con una toalla. Luego te besa el pie después de pedirle a Dios que te acompañe y proteja en lo que te queda de camino (esto ya fue algo más raro 😊)
La cena consistió en ensalada de patata y por supuesto pasta, debido a la nacionalidad de los hospitaleros. Había también algo de queso, chorizo y un pan dulce de postre.
Y en este caso no te dejan ayudar en la cocina ni a poner la mesa ni a recogerla ni a fregar los platos. Dicen ellos que es su labor y no aceptan ayudas.

Tras la cena y mientras preparaban la mesa del desayuno, para no tener que colocar los platos al día siguiente por la mañana, algunos peregrinos cantaron acompañándose con una guitarra que allí había. Todo en medio penumbra con la única luz de las velas.

Las literas también están en la ermita por lo que me pareció un bonito lugar para dormir. Eso sí, los baños están fuera y en ellos lógicamente sí que hay luz. Es el único lugar con enchufes por si quieres cargar algo.
Los hospitaleros duermen también en la propia ermita pero un piso más arriba, donde creo que también hay más camas para dormir, pero en este caso no son literas si no colchonetas. En este albergue, aunque hay muy pocas plazas, la mayoría de la gente pasa de largo porque la anterior parada (ya sea Castrojeriz u Hontanas) están relativamente cerca y los peregrinos suelen seguir andando hasta Boadilla del Camino.
A mí particularmente me llamó la atención el sitio. Realmente no lo conocía y pasé de largo. Pero una vez crucé el puente, me senté a descansar, recapacité y volví. Y la verdad es que no me arrepiento de la decisión en absoluto.
Ah, y además nos dieron un bombón a la salida 🙂

Estos son los 3 albergues que yo destacaría por encima del resto. Quiero aclarar que hay muchos albergues igual de originales, de los que me hablaron muy bien mis compañeros peregrinos y en los que me hubiese gustado estar, pero el camino continúa y no te puedes detener en todos. Por lo que este es un post completamente subjetivo en donde destaco aquellos alojamientos en los que yo pasé la noche.
Ampliando la lista de los albergues más curiosos del camino de Santiago, tengo muy buenas referencias de albergues como el de Grañón (en la Rioja), de un estilo muy semejante al de Tosantos, o del Ave Fénix, en Villafranca del Bierzo. Y seguro que si vuelvo por el Camino, pasaré por allí.
Si conoces algún otro alojamiento que te haya llamado la atención, por favor déjalo en los comentarios 😉
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